Las personas permanecen en relaciones abusivas por muchas razones. A menudo creen que tienen la culpa del dolor que sufren y quieren que las cosas funcionen. Muchas personas no pueden dejar una relación porque no tienen los recursos económicos para hacerlo. Si hay hijos de por medio, el problema se agrava con las batallas por la custodia, los gastos de cuidado infantil y el agotamiento que supone atender las demandas de los niños a diario. Las personas se quedan con sus agresores porque los quieren y han planeado un futuro con ellos.

Centrarse en la pregunta «¿Por qué se queda alguien?» y no en su importante contraparte «¿Por qué la gente agrede sexualmente?» se denomina «culpar a la víctima». Esto refuerza la idea de que las personas son responsables de la violencia que se comete contra ellas. NADIE merece ser maltratado ni obligado a hacer cosas en contra de su voluntad. Dejar a un agresor puede ser un proceso complejo y peligroso.